martes, 22 de mayo de 2007

Donde dije "digo"

Todas las lenguas, y también el español, tienen refranes y frases hechas que permiten referirse a las palabras dichas (o no dichas) por uno mismo o por otros, sin reproducirlas literalmente. Hacerlo así permite expresar, por encima de las palabras dichas o del silencio, el valor les que damos o las intenciones que les suponemos, valorando el acto y el modo de decir o no decir por encima de lo dicho (o callado).

  1. En boca cerrada no entran moscas
    Quien no habla, no se compromete, y corre menos peligros. Saber callar es un síntoma de astucia e inteligencia, pues, ya se sabe: “Por la boca muere el pez”.
  2. No decir esta boca es mía, o No decir ni pío (o ni mu)
    No decir nada mientras los demás hablan; también empleamos esta expresión cuando consideramos que alguien permanece culpable o interesadamente callado en una situación en la que, a nuestro juicio, debería implicarse y hablar.
  3. Morderse la lengua
    A veces, por el contrario, valoramos positivamente la capacidad de controlarse y no decir todo aquello que pudiera decirse. La vida, cruelmente en muchos casos, nos enseña que a veces es mejor morderse la lengua y callar, para no lamentarlo después.
  4. Salir por los cerros de Úbeda
    Con esta expresión valoramos que lo que ha dicho alguien no viene a cuento, nada tiene que ver con el tema de conversación. En lugar de ir por el camino, ir por los cerros repletos de olivos de la ciudad de Úbeda (Jaén, Andalucía, España).
  5. Donde dije “digo”, digo “Diego”
    Lo decimos cuando una persona se desdice de sus palabras, o incluso no admite haberlas pronunciado nunca tal y como los demás las recuerdan. Es una frase que subraya la incoherencia de la persona y su falta de compromiso con sus propias palabras.
  6. Decir con la boca pequeña
    Cuando una persona admite algo “a regañadientes”. Cuando adivinamos que una persona no se compromete del todo con sus palabras, o que no dice las cosas exactamente como las piensa.
  7. Poner verde, poner de vuelta y media, poner a parir, poner a caldo, poner como un trapo, poner a caer de un burro
    De todas estas formas las malas lenguas acaban poniendo a aquellas personas en las que hacen presa. Hablar muy mal de alguien, independientemente de que tenga o no razón.
  8. Cantar las cuarenta
    Es una expresión de un juego de naipes muy popular: el tute. Es la jugada de más valor, de modo que el equipo que las canta es normalmente el vencedor; el otro equipo se suele declarar vencido y tira las cartas. Le cantamos las cuarenta a alguien cuando le decimos crudamente lo que pensamos y ponemos fin de esta forma a algún asunto o relación.
  9. Sacar los trapos sucios
    Publicar a los cuatro vientos los secretos vergonzantes, lo que no se debe saber ni menos decir públicamente.
  10. Sacarle los colores a alguien
    Avergonzarlo mediante nuestras palabras, haciéndole notar sus faltas.
  11. No tener pelos en la lengua
    Decirlo todo, por duro que sea; no morderse la lengua jamás.
  12. Leer la cartilla
    Recordarle a alguien cuáles son sus obligaciones, reprobarle no haberlas cumplido.
  13. Comer el coco
    Seducir mediante palabras, hasta hacer pensar a otro como uno quiere.
  14. Hablar en plata
    Decir las cosas tal y como son, sin temor a los tabúes o palabras malsonantes.
  15. Las cosas claras y el chocolate espeso
    Para no llamarnos a engaño después, es mejor aclarar punto por punto las cosas, y evitar los sobreentendidos. Porque el buen chocolate tiene que ser espeso, como las cosas tienen que quedar claras. Porque al pan, pan, y al vino, vino: hay que llamar a las cosas por su nombre.

Fútbol

Debería haberse llamado balompié, como el baloncesto se llamó baloncesto. Con un compuesto humilde, claro y significativo: balón + pié. Pero la palabra fútbol poseía una potencialidad mágica: era opaca e impronunciable; así que ganó por goleada. Fútbol, ese término de obtusa fonética; fútbol, pronunciado “furbo”, “fúrbol”, “fuzbo”, “fúzbol”, “fúbol”, palabra importada del inglés cuando apenas nadie conocía esa lengua, e inmediatamente bautizada con la ortografía española, arrastrando a córner, penalti, míster o gol. Como los toros, el fútbol es una pasión común al mundo hispánico: Argentina, Méjico, España, Uruguay, Colombia… Diría incluso que más que los cuernos de los toros y el traje de luces, son las botas de tacos y el balón de reglamento los que pueblan los sueños de muchos chavales que todavía hoy en el mundo hispánico quieren escapar de la miseria o del anonimato y ganar dinero y fama, que más cornás da el hambre. Como los verdaderos caballeros: honor y fortuna. La épica, aunque muchos no consigamos vérsela ni a uno ni a otros, ha pasado de los toros al fútbol.

He aquí unas muestras de la huella contundente de su bota en el terreno de juego de la lengua diaria:

  1. Casarse de penalti
    Durante mucho tiempo, estuvo muy de moda esa frase, casarse de penalti, quizás porque la realidad a la que alude era también más frecuente. Se dice de los que se casan cuando ya esperan un hijo, muchos obligados por las circunstancias y para cubrir lo que otros entienden como una falta.
  2. Fuera de fuego
    Ese misterio incomprensible para profanos del reglamento futbolístico, el “fuera de juego”, que tiene, como todo misterio que se precie, su propia liturgia y sus propios sacerdotes y víctimas, ha dejado una frase en nuestra lengua (que usamos hasta los no iniciados): Dejar en fuera de juego a alguien es dejarle inmóvil, sin posibilidad de reacción.
  3. Echar balones fuera
    En una conversación, echa balones fuera el que finge no entender lo que se le pregunta, el que quiere esquivar un tema problemático, el que, conscientemente, se va por las ramas e incluso sale por los cerros de Úbeda, porque lo que quiere es echar el balón fuera, evitar un peligro claro.
  4. Hacer un regate
    Hace un regate, sin llegar quizás a echar balones fuera, quien sabe esquivar una situación difícil en una conversación; quien elude una pregunta malintencionada, o una alusión maliciosa. Quien sabe salir airoso de una situación de acorralamiento verbal.
  5. Sudar la camiseta
    Suda la camiseta el que cumple sobradamente con su trabajo, aunque no consiga los resultados apetecidos. Suda la camiseta el que tiene más moral que el Alcoyano, aquel equipo de Alcoy que en la única temporada que jugó en primera división, en un partido más, iba perdiendo por un montón de goles y todavía los jugadores se jaleaban y animaban los unos a los otros, hasta el último minuto de partido.
  6. Colgar las botas
    Cuelga las botas
    el que se jubila, el que deja su trabajo o actividad, sea ésta o no jugar al fútbol. Esta frase está comiendo el terreno de su equivalente taurina cortarse la coleta, pues los toreros, mientras estaban en activo, se dejaban crecer un mechón de cabello que se recogían atrás: la coleta; últimamente, según tengo entendido, los toreros se ponen una coleta postiza.
  7. De segunda división
    Algo es de segunda o tercera división (o de regional preferente) cuando no es de primera calidad, cuando pertenece o se considera de categoría inferior. Así, cuando queremos decir que algo no es bueno, decimos que es de segunda división, y ese algo puede ser una cosa física, un objeto, o no: también hay amores, amistades y otras cosas sutiles que son de segunda división
  8. Quedarse en el banquillo
    Es casi la expresión equivalente a la taurina ver los toros desde la barrera, o sea: no participar del espectáculo, no ser protagonista, no intervenir en la acción. Pero, claro, las agudas astas de los toros son bastante más peligrosas que la redondez de la pelota, por muy de reglamento que sea. Por eso, en la expresión taurina hay también una acusación de cobardía, no así en la futbolística. Quedarse en el banquillo o, peor, chupar banquillo, significa que a uno no le dejan participar en algo, que alguien no lo considera apto para hacer algo, o que hay otros más aptos que él.
  9. Jugar en campo contrario
    Significa estar en desventaja, no tener apoyos, tener que actuar con la gente en contra
  10. Meter un gol
    Meterle un gol a alguien, colarle un gol a alguien, consiste en obtener de él lo que se pretende, sin que se dé cuenta, y a veces con engaños: “Vamos a ver si les metemos un gol a tus padres, y nos dejan el coche” O también significa obtener ventaja sobre alguien considerado un rival: “¡Menudo gol que le acabas de meter! Ya nunca se atreverá a hablar mal de ti. También utilizamos la expresión ganar por goleada, cuando la victoria sobre algo o alguien es muy abultada.

Fauna ibérica

Dicen que la fauna ibérica es muy rica, que en tiempos de los romanos la península era un gran bosque que una ardilla podía recorrer de árbol en árbol y sin bajar a tierra. La verdad es que muy pronto dejó de ser así, pero no por ello los animales, domésticos o salvajes, dejaron de percibirse como algo familiar y presente. Éstos que aparecen aquí son endémicos de la lengua española, y difícilmente se podrá encontrar un equivalente literal en otras. Son tantos que esta página es sólo una primera selección, con las expresiones más comunes que se inspiran en los animales también más cercanos. Hemos eliminado aquellos que se basan en analogías muy evidentes (cobarde como una gallina, astuto como un zorro, gordo como una vaca, fuerte como un toro, etc.) y hemos escogido algunos de los más curiosos o sorprendentes, dentro siempre de los más comunes en el corral de la lengua.
  1. BURRO Más perdido que un burro en un garaje
    Se dice cuando alguien se siente fuera de lugar y un poco torpe, y quizás también fuera de su tiempo.
  2. CABRA Estar como un cabra
    Las cabras son animales de habilidad pasmosa, capaces de escalar, trepar y hacer números de circo, pero de comportamiento impredecible. Por eso, cuando alguien hace cosas poco normales, sin lógica y de forma un tanto alborotada, decimos que “está como una cabra”; si la cosa llega a mayores, se puede decir: “Está como una cabra loca”.
  3. GATO Buscarle tres pies al gato
    Se dice cuando alguien, con un exceso de suspicacia, pretende ver oscuras o inconfesables motivaciones donde no las hay. Por qué tres y no cinco, que sería lo lógico hablando de gatos y de pies, es un misterio que la ciencia aún no ha resuelto.
  4. LIEBRE Donde menos se espera salta la liebre
    Animal esquivo donde los haya, la liebre aparece y, sobre todo, desaparece a su antojo de la vista de los que caminan por el campo, incluidos los cazadores. Por eso, aunque sólo sea para verla, hay que aprovechar ese fugaz golpe de fortuna. Esta frase la dice aquel que es optimista por naturaleza, pero se puede usar también para consolar a alguien que ha tenido últimamente una mala racha.
  5. MOCHUELO Cada mochuelo, a su olivo
    Cuando después de una reunión o una fiesta la gente se despide y cada uno se va a su casa, se dice que “cada mochuelo, a su olivo”. Parece ser que, al menos según nuestra lengua, el mochuelo es un animal solitario, porque si la gente se va en parejas, se cambia de animal, y se dice:
  6. OVEJA Cada oveja con su pareja
    Este dicho no sólo se emplea para las despedidas intempestivas y multitudinarias, sino, sobre todo, para significar que las personas eligen compañía buscando su semejante.
  7. MOSCA Ser una mosquita muerta
    Las moscas son pertinaces e inteligentes y, además de molestar y esquivar como nadie golpes y manotadas, saben simular su muerte. Uno ve una mosca patas arriba y piensa que está muerta y ha dejado de molestar; sin embargo, la mosquita muerta resucita y vuelve a la carga. Se dice de las personas que parecen inofensivas y simples y no lo son en absoluto.
  8. PERRO Más raro que un perro verde
    Hay perros de todos los tamaños, pero no de todos los colores; un perro verde es un animal que el ojo humano no ha contemplado todavía. Por eso este dicho se aplica para encarecer las rarezas y peculiaridades de las personas, que nos las hacen incomprensibles.
  9. PIOJO Más raro que un piojo bizco
    El piojo bizco es el compañero de juerga del perro verde.
  10. POLLO Montar el pollo
    Protestar muy airadamente; montar un escándalo. El origen de esta expresión es misterioso, y quizás se deba al “revuelo” que se forma por la dificultad de atrapar uno
  11. VACA Más pesado que una vaca en brazos
    Un modo claro de encarecer la pesadez de una persona que no para de molestarnos con sus preguntas o su sola presencia es decir de ella que es “más pesada que una vaca en brazos”. Imagínense.
  12. LOBO ¡Menos lobos, Caperucita!
    Alude al cuento conocido cuento de Caperucita y el lobo, y se dice cuando no nos creemos lo que alguien cuenta o la disculpa que nos da; también se emplea para referirse a una persona que se da más importancia de la que tiene.
  13. MONO ¿Tengo monos en la cara?
    Hay gente descarada que no tiene ningún pudor en mirar fijamente a los desconocidos. Si esto nos ocurre y ya no aguantamos más, podemos permitirnos el lujo de ser muy descorteses y decirle esta frase maleducada al maleducado que nos mira.

domingo, 20 de mayo de 2007

¡Vaya churro!

Es verdad que No sólo de pan vive el hombre, pero también que A buen hambre no hay pan duro, o que A pan de quince días, hambre de tres semanas. Mucha hemos debido de pasar, si pensamos en la cantidad de refranes y frases hechas en que aparecen los alimentos y, en general, el mundo de la cocina: Dijo la sartén al cazo: “Apártate, gorrinazo” o Da el sartenazo el que tiene la sartén por el mango. Como se puede apreciar en estos ejemplos, los significados a veces tienen mucha miga, que es que parece que se junta el hambre con las ganas de comer. Ya dijo Santa Teresa de Ávila que Entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y exterior.




  1. ¡Vaya churro!
    Se dice cuando alguien ha hecho muy mal o con poco cuidado un dibujo o cualquier otro trabajo, manual o no manual.

  2. Dame pan y dime tonto
    Este refrán se emplea cuando se habla de una persona que se preocupa sólo de conseguir su objetivo, sin que le importe lo que los demás puedan pensar de él. –Sí, es verdad que se ríen de él, pero a él qué más le da: ha conseguido lo que quería: “Dame pan y dime tonto” .

  3. Con su pan se lo coma
    Cuando se habla de una persona que presume de su suerte, o que ha tenido mucha sin merecerla, a juicio de los interlocutores. --¿Sabes que a Luisa le ha tocado la lotería? --¿Ah, sí? Pues con lo estúpida que es, lo que le faltaba: ¡Con su pan se lo coma!

  4. ¡Contigo pan y cebolla!
    Es lo que se dicen dos enamorados cuando están dispuestos a perderlo todo, a sufrirlo todo, incluso la pobreza, con tal de vivir su amor.

  5. El que se pica ajos come
    Se dice para expresar que las personas excesivamente susceptibles tienen siempre algo que ocultar; que quienes se ofenden sin motivo aparente, esconden un motivo para ofenderse.

  6. Estar en el ajo
    Estar enterado de todo; estar en medio del asunto; tener un papel relevante en algo.

  7. Ajo, sal y pimiento, y lo demás es cuento
    Se trata de un principio gastronómico fundamental de cierta cocina tradicional española.

  8. Como las lentejas, que si quieres las tomas y si no las dejas
    A veces la vida no nos permite elegir: es como las lentejas, que si quieres las comes o si no las dejas.

  9. Pasarse el arroz
    Es muy importante comer la paella en su punto justo, y no con el arroz pasado. Se dice referido a las personas que están dejando pasar su juventud sin aprovecharla, sin encontrar pareja. Hay que reconocer que durante muchos años se decía casi sólo de las mujeres que llegaban solteras a una cierta edad: --¡Ojo, que se te está pasando el arroz!

  10. ¡Vete a freír espárragos!
    Cuando mandamos a alguien a freir espárragos le estamos diciendo que nos tiene hartos y que no lo queremos ver; seguro que freír espárragos es una tarea poco agradable. A mí nunca se me ha ocurrido freírlos, pero imagino que saltan mucho y lo ponen todo perdido, principalmente al cocinero.

  11. ¿Me importa un rábano (un comino, un pimiento, un pepino)!
    Es una manera de decir que no me importa en absoluto. Para elaborar este plato lingüístico, diferentes lenguas eligen verduras distintas.

  12. ¡Que le den morcillas!
    Esta frase se emplea para significar que no nos importa lo que piense, haga o diga determinada persona: ¡Que le den morcillas! ¡Que se vaya a freir espárragos!

  13. ¡Y un jamón!
    Es una manera enfática de negar lo que nuestro interlocutor acaba de decir, de decirle “No, de ninguna manera”: --Anda, préstame 50 euros, por favor --¡Sí, como la última vez..! ¡Y un jamón! El mismo énfasis también se puede expresar con otro alimento, bien es cierto que mucho menos energético, pero igualmente castizo y español: la naranja. ¡Sí, eso creo! ¡Naranjas de la China!

  14. Ave que vuela, a la cazuela
    Quiere significar que todas las aves son buenas para ser comidas, a diferencia de los animales terrestres o acuáticos, que no todos son comestibles.

  15. Cortar el bacalao
    Se dice de la persona que tiene poder y capacidad de decisión, aunque pueda actuar en la sombra: --En esta empresa el que corta el bacalao es el secretario, no el director .

  16. No comerse una rosca
    Se dice de quien no consigue tener éxito a pesar de sus esfuerzos, sobre todo (pero no exclusivamente) en el terreno amoroso.

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VISITAS:


El cuerpo humano

Si pudiera decirse que las lenguas tienen cuerpo y mayor o menor expresividad corporal, podríamos decir que el español tiene, a pesar de la edad, un cuerpo muy flexible y mucha capacidad expresiva, porque utiliza los nombres de las diferentes partes de la anatomía humana para expresar conceptos que no se relacionan con ella directamente, sino de modo figurado y, frecuentemente, jocoso. Veamos unas cuantas de estas expresiones en esta entrega:

  1. Cara de pocos amigos
    Es la que se le pone a alguien cuando está muy serio o muy enfadado o muy preocupado: “¡Qué te pasa, hombre! ¡Vaya cara de pocos amigos que traes esta mañana!”; “No sé qué le ocurrirá: la vi salir del despacho del jefe con cara de pocos amigos”.
  2. Sacar la cara por alguien
    Significa defender a alguien de falsas acusaciones o de reproches que creemos injustos: “Sé más cuidadoso con tus palabras, que siempre tengo que estar sacando la cara por ti”. No es exactamente lo mismo que dar la cara por alguien, que significa tener que asumir ante la gente los errores o las acciones impopulares de otros: “Ellos dictan las normas, y luego soy yo quien tiene que dar la cara”.
  3. Con pelos y señales
    Contar algo con todos los detalles, sin omitir nada. Frecuentemente se emplea para calificar el relato de personas con propensión al cotorreo, a las habladurías, a los chismes: “Me lo contó todo, de cabo a rabo y con pelos y señales”.
  4. ¡Narices!
    Es una forma muy enfática y un poco vulgar de negar: “Sí, eso creo... ¡Narices!”, que significa: “No, de ninguna manera. ¡Estaría bueno!”.
  5. Estar hasta las narices
    Estar hasta las mismísimas narices de algo equivale a “estar cansado, estar harto, no poder más”. Significa también que ese algo te toca las narices, o sea, te cansa, te molesta: “¡Vale ya! No me toquéis más las narices con eso” o “Estoy hasta las narices de ese tema”. Esta parte del cuerpo, las narices, se puede sustituir por otras, nombrables, como “la coronilla”, o innombrables, como otras que no nombraré, porque es de muy mala educación.
  6. Darse un punto en la boca
    Callarse, que es lo que acabo de hacer en el ejemplo anterior: “Mejor no hablar. ¡Punto en boca!”, “Yo escuché atentamente, pero me di un punto en la boca; al fin y al cabo, no es asunto mío”.
  7. Tener la lengua de trapo
    Hablar con poca claridad, bien por un defecto físico, por nerviosismo o por haber ingerido sustancias que se suben a la cabeza. También se dice de los niños, cuando están empezando a hablar y pronuncian mal. Es lo contrario de tener un pico de oro, como esas personas que son capaces de convencerte de lo que haga falta.
  8. Con uñas y dientes
    Defenderse o defender a alguien, aun cuando se sabe que está todo perdido. No rendirse: “Que sepan que defenderemos lo que es nuestro con uñas y dientes”.
  9. Hablar por los codos
    Se dice de los charlatanes, de las personas que hablan mucho. “Es simpatiquísimo y habla por los codos: con él no me aburro nunca”.
  10. Meter la pata
    Significa equivocarse, decir algo inapropiado o inconveniente, o desvelar un secreto involuntariamente. Y un metepatas es ese tipo de persona especializada en acabar siempre diciendo precisamente lo que no hay que decir. Hay quien le da aún más énfasis a esta expresión, y dice, por ejemplo: “No sé cómo se las arregla, pero siempre acaba metiendo la gamba”.
  11. Ser un culo de mal asiento
    Se dice de las personas inquietas, nerviosas, incapaces de estar mucho tiempo en el mismo sitio o haciendo la misma cosa: “Es su tercer trabajo en lo que va de año: está claro que es un culo de mal asiento”.

Como Pedro por su casa

Hay personajes, incluso personas, que se han quedado a vivir en la lengua. Es un modo –y nada despreciable- de inmortalidad. Como los Tres Cerditos, unos han hecho una choza de paja, que no resistirá el paso del viento de los años y las modas; otros han construido una de madera, que aguanta a duras penas los embites del presente y que se ha hecho fuerte sólo en la frágil memoria de los viejos; y otros por fin se han empleado a fondo en construir su casita de piedra, con fuertes cimientos y amplias estancias, que no sólo aguanta el peso de los años, sino que, como el buen vino, con ellos gana en prestancia y en valor. Algunas de estas personas salen de la literatura para vivir también en la lengua (Celestina, Lazarillo, Quijote, don Juan... dejan sus respectivas casas y se echan al monte común); otras existieron realmente, aunque ahora sólo sean una frase para la mayoría (“Saber más que Lepe”, por la fama de sabio que tuvo Pedro de Lepe, obispo de Calahorra en el siglo XV, o “Rita la Cantaora”); otras todavía se recuerdan (Calleja, Machín), otras pertenecen a la cultura popular del siglo XX (“tener menos trabajo que el sastre de Tarzán”,”estar más calvo o tener menos pelo que Míster Propper”), y otras son puro folklore lingüístico (Pero Grullo, Juan Lanas, Maricastaña, etc.).


  1. Abundio. Más tonto que Abundio
    El pobre Abundio, encima de llevar la cruz de ese nombre tan poco favorecedor, debió de ser bastante simple, pues cuentan de él cosas como éstas: - Eres más tonto que Abundio, que echó una carrera él solo y se quedo segundo, o que se fue a vendimiar y se llevó uvas de postre, o que vendió el coche para comprar gasolina, o que vendió la casa para comprar los muebles, o que vendió la vaca para comprar leche, o que se cayó de espaldas y se rompió la nariz...
  2. Andrés. Por el interés te quiero, Andrés
    Pobre Andrés. O, bueno, mejor dicho: de pobre, nada. Sólo debió de faltarle en esta vida el amor verdadero y desinteresado; porque, si es verdad lo que dice la lengua, todo el mundo debió de querer mucho sus dineros o su poder. Pobre Andrés, que no sabemos que tuviera otros valores o habilidades. Decimos esta frase cuando sospechamos que las buenas palabras o acciones de alguien hacia otra persona (o hacia nosotros mismos), no nacen de la sinceridad, sino del interés: “-Sí, ya: por el interés te quiero Andrés. Si no tuviera los millones que tiene, ¿crees tú que lo seguiría aguantando?”
  3. Blas. Lo dijo Blas, punto redondo
    Parece que este nombre propio masculino, de rotundo monosílabo, suena como el martillo del juez al dictar la sentencia: punto final. “Lo dijo Blas, punto redondo” se dice cuando alguien se empeña en decir la última palabra, una sentencia lapidaria contra la que no cabe argumento. Parece que este Blas, además de ser así de categórico, es también pelín egoísta: Adiós Blas, ya has comido ya te vas.
  4. Calleja. Más cuento que Calleja
    El dicho nació de la figura histórica de don Saturnino Calleja Fernández (1855-1915), conocido editor y escritor español, cuyas colecciones de cuentos infantiles le dieron una inmensa fama en el mundo hispánico. “Tiene más cuento que Calleja” se dice de alguien que pretende embaucarnos con sus bellas palabras más que con sus acciones, de alguien que presume de lo que no puede sostener con evidencias.
  5. Carracuca. Más viejo que Carracuca
    Carracuca es un personaje que sirve para comparar cualquier cosa: más listo que Carracuca, más perdío que Carracuca, más feo que Carracuca. Sin embargo, en algún ancestro debe de emparentar con Matusalén, o quizás sea su apócrifo competidor; porque si hay una frase popular en la que él aparezca, ésta es “Más viejo que Carracuca” o “Más años que Carracuca”.
  6. Ciruela. El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela
    El mundo moderno abunda en maestros Ciruela. Se dice de los que, sin llegar siquiera a la categoría de aficionados, se las dan de maestros de maestros: “-Ten cuidado: Juan con los ordenadores es como el maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela”.
  7. Machín. Más zumbado que las maracas de Machín
    De quien está un poco loco o tiene un comportamiento incomprensible se dice que está “más sonado (o zumbado) que las maracas de Machín”. Antonio Machín (1903-1977) fue un cantante cubano de muchísimo éxito en la España de los 50 y los 60, que actuaba siempre sonando sus maracas.
  8. Maricastaña. Del tiempo de Maricastaña
    Quizás Maricastaña fuera un amor juvenil de Carracuca, pues con ella se alude a lo que queda remoto en el tiempo: “Un peinado del tiempo de Maricastaña”, “Un traje del tiempo de Maricastaña”. Y quién sabe, quizás por ella rabió el Rey que Rabió, aquél que reinó en el tiempo del Rey que Rabió.
  9. La Pepa. ¡Viva la Pepa!
    En este caso, el origen de la Pepa no es ninguna persona, ni real ni inventada. El dicho nace de una circunstancia histórica: el rey Fernando VII, en el siglo XIX, prohibió mencionar la Constitución de 1812, promulgada por las Cortes de Cádiz el día de San José de aquel año. Por eso, para no mencionarla, se aludía a ella por el día de su santo: “la Pepa”; y para no decir: “¡Viva la Constitución!”, los liberales perseguidos decían: “¡Viva la Pepa!”. Con la trágica historia española de los dos siglos siguientes, “¡Viva la Pepa!” quedó como sinónimo de alboroto y desorden; por eso se oye decir: “-Vosotros los jóvenes os creéis que todo es diversión y Viva la Pepa”; “-Pues su hijo mayor es un Viva la Pepa: ni tiene trabajo, ni lo busca, ni lo quiere”.
  10. Juan Lanas
    A este personaje le tengo mucho cariño, porque así llamaban por mote a un abuelo mío, que tenía ovejas y por lo visto era muy rubio (aunque mirándome a mí nadie lo crea). Sin embargo, el valor que tiene en español es otro: Ser un Juan Lanas es ser un tonto a quien es fácil engañar, un bobo que acaba haciendo lo que nadie quiere hacer.
  11. Juan Palomo. Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como
    Se dice de quien hace su vida y no quiere cuentas con nadie: “-Yo, en mi trabajo, como Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como”.
  12. Rita la Cantaora . ¡Que te aguante Rita!
    Utilizamos a la pobre Rita para enfatizar una negativa: “-¡No puedo más! ¡Que te aguante Rita!” o “-Eso lo va a hacer Rita la Cantaora. Yo, desde luego, no pienso hacerlo”. A Rita encomendamos los trabajos más insoportables, y nadie sabe por qué a ella, precisamente. Porque, aunque casi nadie lo sepa, existió en realidad; se llamaba Rita Giménez García (1859-1937), y fue una famosa cantaora flamenca.
  13. Pedro. Como Pedro por su casa
    Este Pedro fue sin duda un caradura del que la Historia no nos ha dejado constancia. Esté donde esté, se toma confianzas que no debe, y anda como Pedro por su casa. En ocasiones es simplemente un chico listo al que no asustan las novedades: “-Es la primera vez que viene a Madrid, y, sin embargo, se maneja como Pedro por su casa”.
  14. Perico el de los Palotes
    Significa simplemente “uno cualquiera” o “un don Nadie”: “-Me da igual que te lo diga mengano, fulano o Perico (el de) los Palotes”
  15. Picio. Más feo que Picio
    Dicen los libros que se ocupan de él que era tan feo tan feo que, cuando estaba a punto de morir, el cura, para no asustarse, le dio la unción con una caña. Otros dicen que fue un zapatero, bastante feo ya de por sí, que, cuando estaba a punto de ser ajusticiado por un asesinato, recibió un indulto y, de la impresión, perdió el pelo y se le deformó la cara.

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VISITAS:

Superlativos como la copa de un pino

A veces en una lengua hay golpes de genio, quizá de humor, que los hablantes premian con dosis de inmortalidad. Comparar es de mala educación, nos lo han dicho desde pequeños, pero es difícil resistirse a provocar una sonrisa. Que le den bola a la mala educación. Sublimes comparaciones, encarecimientos agudísimos, geniales metáforas, excesivas y absurdas, llenan las conversaciones, ante la estupefacción del extranjero o del simple forastero que atiende y no entiende. Como expresiones clarísimas que son de la cultura y los mitos populares, varían de grupo en grupo, siguiendo los avatares geográficos y sociales. Ofrecemos aquí una selección de las más absurdas o inquietantes, de las más agudas o estrafalarias.


  1. Estar más liao[1] que la pata ‘ un romano[2]
    ¿Cómo hacían los romanos para calzarse y descalzarse? ¿Tenían patas o piernas? ¿A qué edad aprendían a ponerse solos los zapatos? Misterios que la historia no desvela. Se dice de alguien que se ha hecho un lío, que no se aclara.

  2. Ser más chulo que un ocho
    Díganme si no es una comparación acertada. Pero piensen en el ocho dibujado por los adultos de antes, de un solo trazo y empezando desde arriba a la izquierda: ése si que es un ocho torero: ¡olé!

  3. Ser más lento que el caballo ‘el malo
    En las películas del oeste, en los “spaghetti western”, como en los cuentos de hadas, siempre ganan los buenos. Como debe ser.

  4. Ser más vago que la chaqueta ‘ un guardia
    ¿Qué quiso decir el primero que dijo esta frase? ¿Acaso que los guardias, por obligación más que por vagancia, no se mueven de su sitio? ¿Que siempre han de estar uniformados y, por ello, no les está permitido quitarse la chaqueta? ¿O que se la quitan y la dejan colgada en el espaldar de la silla de su garita? Quién sabe qué idea iluminaría la mente de quien dijo esta frase por primera vez; lo cierto es que sedujo a quien le escuchaba, que la añadió a su repertorio. Y así hasta ahora.

  5. Estar más chupao que la pipa ‘ un indio
    Se dice del que es sumamente delgado. Dos creadores, en dos fases sucesivas, hicieron el hallazgo: el primero, exagerando, calificó de chupado a uno muy delgado (quizás pensando que los pómulos sobresalen cuando se chupa lo mismo que cuando se es o está muy delgado); y el segundo, que había visto sin duda muchas películas del oeste, exagerando aún más, colocó la comparación excesiva sobre el significado literal de chupar.

  6. Ser más corto que las mangas de un chaleco
    También aquí una obra en dos tiempos: uno acertó primero al llamar corto al de pocas luces, al poco inteligente. Cosa que no le ocurría al exagerado que vino después, pues los chalecos no tienen mangas, ni cortas ni largas.

  7. Ser más tonto que el asa ‘ un cubo
    Es una de las comparaciones más absurdas, más poéticas, más sorprendentes. Ciertamente, el asa de un cubo es un mecanismo simple, que no hace sino dos movimientos: de un lado al opuesto.

  8. Ser más tonto que el que asó la manteca
    Hace falta ser tonto de verdad.

  9. Ser más agarrao que un chotis
    Uno primero llamó agarrado al tacaño y egoísta, al avaro a quien duele dar de lo suyo. Después llegó un madrileño gracioso y llevó la metáfora hasta el absurdo, comparándolo con un baile.

  10. Ser más feo que pegarle a un padre
    Ya se sabe que no sólo es feo: es un pecado contra el cuarto mandamiento. Se dice también del aspecto de las personas y no sólo de la moralidad de sus acciones.

  11. Pasar más hambre que el perro ‘ un ciego
    No es una verdad empírica que los perros-guías pasen hambre. Sí es una verdad admitida, sin embargo, que los maestros de nuestros hijos están mal pagados, y por eso se dice también Pasar más hambre que un maestro ‘ escuela.

  12. Pedir más que un cura
    Hay personas que se pasan la vida pidiendo cosas a todo el mundo. Parece que les ha hecho la boca un fraile

  13. Allá donde Cristo perdió el mechero
    Que viene a ser el mismo lugar donde dio las Tres Voces: ciertamente muy lejos, más allá incluso del Quinto Pino.

  14. Quedarle, sentarle a alguien la ropa o el pelo como a un Cristo dos pistolas
    Alguien que viste muy, pero que muy mal; que no sabe qué cosas le favorecen o no, que no tiene estilo.

  15. Estar más alegre que unas castañuelas
    Muy alegre. Las castañuelas son un instrumento de percusión que llevan las bailarinas (o bailaoras) en las manos, con el que marcan el ritmo.

  16. Estar más solo que la una
    Es la única hora en singular en español, y en la numeración romana, la única hora que no tiene acompañante.
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[1] Se sabe que el español hablado tiende a suprimir la d colocada entre dos vocales, y esto ocurre sobre todo con los participios de la primera y segunda conjugación.
[2] el símbolo [‘] significa que el habla popular no pronuncia, pero reconoce en ese lugar, la preposición de. Pronunciarla o escribirla, desnaturaliza la expresión.
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Calabazas, huesos, chuletas, roscos: la dieta del estudiante

Los estudiantes españoles, como otras tribus, tienen su propia jerga, por la que, como si de un sarampión se tratara, hemos pasado casi todos. Resulta curioso comprobar cómo rentabilizan los estudiantes el léxico de los alimentos y la cocina, empezando porque suelen comerse las sílabas que hagan falta hasta dejar a todas las palabras en dos, que se digieren mejor: el profe, el boli, el cole (colegio), las mates (matemáticas o “matracas”), el recre (recreo), el compa (compañero), el dire (director), el finde (fin de semana), etc. Sin embargo, la característica que, a mi juicio, define mejor este lenguaje está relacionada con la dificultad del adolescente de asumir la responsabilidad de sus propios actos, dificultad que gramaticalmente se expresa a través, por ejemplo, de la impersonalidad: “Me han suspendido en Lengua” (en lugar de “He suspendido Lengua”), o del cambio de sujeto lógico: “El de Ciencias me ha suspendido”, “La de Historia me tiene manía”, “La Química no se me da muy bien” (en lugar de “No tengo ni idea de Química”) o “Sólo me queda una para septiembre” (en lugar de “Tengo que repetir un examen en septiembre”).
  1. estar chupado (trad. lett. "è leccato"- in ital."è facilissimo")
    Se refiere a la materia o asignatura, y significa ‘ser fácilísimo’: “-¡Qué fácil! ¡Esto está chupado!”. Durante años, acaso incluso hoy, se ha pensado que las asignaturas humanísticas, de letras, “estaban chupadas”, y por eso se dice “El que vale, vale; y el que no, a Letras”. Así nos va, claro.
  2. ser una maría (trad. lett. "essere una maria")
    Una “maría” es una asignatura sin importancia, de esas que sólo se suspenden cuando van acompañadas de las otras, las importantes. Durante años, “marías” fueron consideradas la Gimnasia, la Política, la Religión e, incluso –y esto explica muchas cosas-, la Lengua Extranjera.
  3. hacer la pelota, ser un pelota (trad. lett. "fare la palla, essere una palla" - in ital. "leccare i piedi, essere un leccapiedi")
    Una clase es un pequeño ecosistema social, donde algunos individuos se especializan en la realización de determinadas funciones. En ese ecosistema nunca puede faltar (o porque no falta o porque los demás se encargan de que no falte) “el pelota”, aquel alumno que, independientemente de sus capacidades, pretende a toda costa agradar, caerle bien al profesor: le saluda y sonríe siempre, le borra la pizarra, hace, reparte o recoge las fotocopias, jamás protesta y es un perfecto adulador.
  4. ser empollón, empollar (trad. lett. "covare" essere uno che cova" - in ital. "essere un secchione")
    Los compañeros llaman así, con desprecio, al estudiante excesivamente trabajador, al que no tiene ocio ni vicios y se dedica en cuerpo y alma a calentar la silla delante del libro o los apuntes, como las aves cuando empollan sus huevos. Debo añadir que ser empollón no significa necesariamente sacar buenas notas o ser un “pitagorín” (el que sabe mucho, estudie o no; el término viene de Pitágoras, claro)
  5. estar pez (trad. lett. "stare pesce" - in ital. "essere una capra, un asino")
    “Estar pez en Geografía” significa “no saber nada, no tener ni idea de Geografía”. Normalmente uno “está pez”, porque “no ha pegado clavo”, o sea: no ha hincado el codo, no ha trabajado nada, no ha estudiado.
  6. ser un hueso (trad. lett. "essere un osso" - in ital. "essere un osso duro")
    Así llaman los estudiantes al profesor exigente, serio hasta la antipatía, que no se deja engañar, al que no se le puede meter rollo: “¡Menudo hueso que nos ha tocado este año en Física! ¡Qué mala suerte!”
  7. dar un palo (trad. lett. "dare una bastonata"- in ital. "stangare, bastonare, ")
    Cuando un profesor “se ha cargado a media clase”, ha suspendido a muchos estudiantes, se dice que “ha dado un palo”: “¡Uf! ¡La de mates en este examen ha dado un palo…! ¡Estamos casi todos suspensos!”.
  8. catear (trad. lett. "stangare, bastonare" - in ital. "essere segato")
    Este verbo, que significa “suspender”, viene de “cate”, que en caló (la lengua de los gitanos) significa “palo, bastón”. Cate existe también como sustantivo en la lengua estudiantil, y significa suspenso: “Dos cates me han dado este trimestre”; “Mi compa es un fenómeno: no catea nunca”.
  9. rosco (trad. lett. “ciambella”,- in ital. "uno zero")
    Es lo mismo que un cate (o sea: un suspenso), pero peor, porque, por su forma, concreta más y es más evidente: es un cero (0).
  10. calabazas (trad. lett. "zucche" - in ital. "zero assoluto")
    Son como roscos enormes, grandes y redondas: “En Inglés, calabazas”, significa “Cero en Inglés”.
  11. hacer pellas, hacer novillos (in ital. "fare sega","bigiare")
    Tanto una expresión como la otra significan no asistir a clase: fingir que se va, pero en realidad fugarse a los futbolines o al parque.
  12. soplar a alguien, dar un soplo (trad. lett. "soffiare a qualcuno, fare una soffiata" - in ital. "suggerire")
    Cuando, en un examen escrito (como suelen ser la gran mayoría de los exámenes en España, si no todos), el que sabe susurra la respuesta a un compañero; éste, a su vez, puede “pasar el soplo” a otro, y así sucesivamente.
  13. chuleta (trad. lett. "costata")
    Una chuleta es un pequeño trozo de papel donde se lleva apuntado aquello que no se ha logrado (o querido) aprender, con el objetivo de copiarlo en el examen, si es que cae esa pregunta. Hay quienes, con técnicas depuradísimas y paciencia artesanal, han conseguido verdaderas obras de arte que contienen en un minúsculo espacio complejísimas verdades del saber humano (http://www.noestudies.com/, http://www.loseskakeados.com/apunchule.htm).
  14. dar el cambiazo (trad. lett. "cambiare completamente")
    La tercera técnica básica del copieteo y la más grave: se trata de llevar escrito el examen desde casa (bien porque a uno antes le han soplado las preguntas, claro, o porque no le importa lo que le pregunten) y entregarlo al final, como si verdaderamente se hubiera escrito en el tiempo de examen.

La lengua y la prueba del algodón

Por la lengua, y ahora más que nunca, también pasan las modas. La lengua siempre ha sido cultura, pero, sobre todo, cultura popular. No es pequeña la huella que en ella han dejado ciertos escritores, que han rescatado o inventado palabras que ahora usamos todos como usamos las demás, o que han modelado frases o sentencias que la gente repite sin que le importe el origen. Eso es verdad. Pero, desde los años 60 del siglo XX, la huella de la Cultura en la lengua es nada frente a la huella de la cultura. Las canciones, las series, las películas y, sobre todo, la publicidad, van añadiendo expresiones y valores a la lengua de todos los días. En algunos casos, se trata de modas pasajeras (“-¿Qué dices?” oíamos “-¡Que te fagorices!”, respondíamos inmediatamente hace muchos años los niños de mi generación -la primera generación que tuvo tele en su infancia-, porque eso decía un anuncio de electrodomésticos FAGOR; pero ya lo hemos olvidado); en otros casos, permanecen en el modo de hablar de una generación (“-¿Qué tal?”, nos preguntan “-Muy bien, con Okal”, respondemos; o, cuando algo nos sorprende negativamente, decimos: “Desde luego... Corberó”). Otras expresiones han pasado ya a la lengua más común: “-¿Es nuevo? –No, lavado con Perlán”, que también se oye por aquí. Voy a hacer una selección de aquellas frases hechas que pueden hoy oírse en el español peninsular y que nacieron de eslóganes publicitarios. El sueño de cualquier publicista: pasar a la lengua.
  1. Spain is different´(pronunciado “espein is diferen”).
    Fue el eslogan del Ministerio de Información y Turismo del tardofranquismo (años 60 y primeros 70), y con él se pretendía promocionar España como destino para las vacaciones. Ya se sabe: flamenco, toros, sol, playa..., pero también política. La seguimos diciendo por guasa, sobre todo cuando queremos criticar a nuestro país.
  2. Qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel
    Esta frase es un automatismo que viene a nuestros labios cuando oímos o decimos “¡Qué bien!”. Nació del anuncio televisivo de los 60, que invitaba a comer atún en familia.
  3. Hoy me siento Flex
    Es la mayor de las felicidades: me siento muy bien, estoy en plena forma, afronto la vida con optimismo... Todo porque he dormido bien, en mi colchón Flex.
  4. A mí plin, yo duermo en Pikolín
    “Pues si hoy tú te sientes Flex, a mí plin, que duermo en Pikolín”, podría ser el inicio de una guerra comercial entre las dos marcas de colchones. La frase “a mí, plin” existía antes del colchón, con el significado de “no me importa, me resbala”. La rima es muy importante en un eslogan, y una garantía de que sea memorizado y la marca pase así a las mentes de los posibles compradores. Por eso, aunque la marca ya no utiliza este eslogan –que podría pasar, como eslogan, por simple y anticuado- lo seguimos utilizando algunos para enfatizar que algo no nos importa.
  5. Vuelve a casa por Navidad
    Un clásico de los eslóganes; el que inevitablemente todos empleamos varias veces a partir de diciembre y hasta enero: “¿Qué? ¿A casa por Navidad?” nos preguntamos unos a otros, cuando vemos al que durante el año no está, o cuando queremos saber cuáles son los planes de nuestro compañero de trabajo.
  6. Ya es primavera en el Corte Inglés
    Otro clásico de la rueda del año publicitaria. Se empieza a oír ya a finales de febrero, cuando por fin acaban las rebajas, con la primera floración de los almendros, cuando se nota que los días empiezan a ser un poco más largos y el aire a veces huele distinto; llega con las primeras alergias, cuando las madres empiezan a pensar en organizar los armarios.
  7. Cuerpos Danone
    En los años 70 el culto al cuerpo alcanzó a las masas. El mito de la juventud y el cuerpo perfecto, con el desarrollo del país y el acceso a la cultura y al tiempo libre, llegó a todas las capas sociales. Era la primera vez también que la belleza del cuerpo masculino se utilizaba como señuelo publicitario.
  8. Es que la has probado poco
    Aprenda a amar la tónica. Es lo que decía en los 80 Bernard Lecoq, un actor francés de cara simpática, que protagonizaba una serie de anuncios de la marca Schweppes, intentando que todo el mundo –sobre todo, chicas rubias- le diera una segunda oportunidad a su paladar, y probase de nuevo la amarga tónica. Ahora lo aplicamos a todo aquello que no es fácil, que no entra a la primera, que nos ha costado disfrutar.
  9. Rexona, el desodorante que no te abandona
    Preguntar o afirmar que a alguien le ha abandonado su desodorante, no sólo hace referencia a su transpiración excesiva; puede aplicarse con un valor figurado: a alguien que se ha quedado solo, a alguien que ha cometido un error, a alguien que ha tenido mala suerte...
  10. La prueba del algodón. El algodón no engaña
    El mayordomo vestido de mayordomo, con el poquito de algodón entre los dedos, mostrando a la nueva empleada los restos de suciedad, se hizo famoso durante muchos años. Y esas dos frases han pasado al acervo popular, para aplicarlas cada vez que se necesita comprobar algo que no es evidente.
  11. Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo
    Durante unos años, este eslogan, que revolucionó el mundo del márquetin televisivo en España, estuvo muy vigente en la lengua popular; incluso hoy puede oírse para ponderar la calidad de algún producto o servicio, a veces reducido a los dos primeros imperativos: “Busque, compare”
  12. Y duran, y duran, y duran
    Nació de un anuncio de pilas que llevaba un conejito que no paraba nunca, en medio de un ejército de conejitos agotados. No sólo ha pasado a la lengua literalmente, sino que ha dejado también la estructura, aunque cambie el verbo: “Y siguen, y siguen, y siguen...”, para encarecer la pesadez de algo o de alguien, que persiste en su empeño frente a cualquier cosa.
  13. Yo también sufro en silencio
    En los 90, una señora confesaba públicamente que ella también sufría en silencio las hemorroides. Desde ese momento y hasta hoy, todos comenzamos a confesar públicamente nuestros sufrimientos, que dejaron de ser silenciosos: una búsqueda en Google con “yo también sufro en silencio”, conservando las comillas, dará una idea de la cantidad de cosas que se pueden sufrir.
  14. Póntelo, pónselo
    Símbolo de toda una generación, este eslogan de la campaña institucional de 1987 contra el SIDA, provocó toda una convulsión en la sociedad española de finales de los 80, años de la famosa “movida”. Sólo muy poco antes había aparecido el primer anuncio de preservativos, y era la primera en que aparecía claramente la imagen de uno. Nuestras abuelas no lo podían creer. Cada vez se oye menos ya.