domingo, 20 de mayo de 2007

Superlativos como la copa de un pino

A veces en una lengua hay golpes de genio, quizá de humor, que los hablantes premian con dosis de inmortalidad. Comparar es de mala educación, nos lo han dicho desde pequeños, pero es difícil resistirse a provocar una sonrisa. Que le den bola a la mala educación. Sublimes comparaciones, encarecimientos agudísimos, geniales metáforas, excesivas y absurdas, llenan las conversaciones, ante la estupefacción del extranjero o del simple forastero que atiende y no entiende. Como expresiones clarísimas que son de la cultura y los mitos populares, varían de grupo en grupo, siguiendo los avatares geográficos y sociales. Ofrecemos aquí una selección de las más absurdas o inquietantes, de las más agudas o estrafalarias.


  1. Estar más liao[1] que la pata ‘ un romano[2]
    ¿Cómo hacían los romanos para calzarse y descalzarse? ¿Tenían patas o piernas? ¿A qué edad aprendían a ponerse solos los zapatos? Misterios que la historia no desvela. Se dice de alguien que se ha hecho un lío, que no se aclara.

  2. Ser más chulo que un ocho
    Díganme si no es una comparación acertada. Pero piensen en el ocho dibujado por los adultos de antes, de un solo trazo y empezando desde arriba a la izquierda: ése si que es un ocho torero: ¡olé!

  3. Ser más lento que el caballo ‘el malo
    En las películas del oeste, en los “spaghetti western”, como en los cuentos de hadas, siempre ganan los buenos. Como debe ser.

  4. Ser más vago que la chaqueta ‘ un guardia
    ¿Qué quiso decir el primero que dijo esta frase? ¿Acaso que los guardias, por obligación más que por vagancia, no se mueven de su sitio? ¿Que siempre han de estar uniformados y, por ello, no les está permitido quitarse la chaqueta? ¿O que se la quitan y la dejan colgada en el espaldar de la silla de su garita? Quién sabe qué idea iluminaría la mente de quien dijo esta frase por primera vez; lo cierto es que sedujo a quien le escuchaba, que la añadió a su repertorio. Y así hasta ahora.

  5. Estar más chupao que la pipa ‘ un indio
    Se dice del que es sumamente delgado. Dos creadores, en dos fases sucesivas, hicieron el hallazgo: el primero, exagerando, calificó de chupado a uno muy delgado (quizás pensando que los pómulos sobresalen cuando se chupa lo mismo que cuando se es o está muy delgado); y el segundo, que había visto sin duda muchas películas del oeste, exagerando aún más, colocó la comparación excesiva sobre el significado literal de chupar.

  6. Ser más corto que las mangas de un chaleco
    También aquí una obra en dos tiempos: uno acertó primero al llamar corto al de pocas luces, al poco inteligente. Cosa que no le ocurría al exagerado que vino después, pues los chalecos no tienen mangas, ni cortas ni largas.

  7. Ser más tonto que el asa ‘ un cubo
    Es una de las comparaciones más absurdas, más poéticas, más sorprendentes. Ciertamente, el asa de un cubo es un mecanismo simple, que no hace sino dos movimientos: de un lado al opuesto.

  8. Ser más tonto que el que asó la manteca
    Hace falta ser tonto de verdad.

  9. Ser más agarrao que un chotis
    Uno primero llamó agarrado al tacaño y egoísta, al avaro a quien duele dar de lo suyo. Después llegó un madrileño gracioso y llevó la metáfora hasta el absurdo, comparándolo con un baile.

  10. Ser más feo que pegarle a un padre
    Ya se sabe que no sólo es feo: es un pecado contra el cuarto mandamiento. Se dice también del aspecto de las personas y no sólo de la moralidad de sus acciones.

  11. Pasar más hambre que el perro ‘ un ciego
    No es una verdad empírica que los perros-guías pasen hambre. Sí es una verdad admitida, sin embargo, que los maestros de nuestros hijos están mal pagados, y por eso se dice también Pasar más hambre que un maestro ‘ escuela.

  12. Pedir más que un cura
    Hay personas que se pasan la vida pidiendo cosas a todo el mundo. Parece que les ha hecho la boca un fraile

  13. Allá donde Cristo perdió el mechero
    Que viene a ser el mismo lugar donde dio las Tres Voces: ciertamente muy lejos, más allá incluso del Quinto Pino.

  14. Quedarle, sentarle a alguien la ropa o el pelo como a un Cristo dos pistolas
    Alguien que viste muy, pero que muy mal; que no sabe qué cosas le favorecen o no, que no tiene estilo.

  15. Estar más alegre que unas castañuelas
    Muy alegre. Las castañuelas son un instrumento de percusión que llevan las bailarinas (o bailaoras) en las manos, con el que marcan el ritmo.

  16. Estar más solo que la una
    Es la única hora en singular en español, y en la numeración romana, la única hora que no tiene acompañante.
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[1] Se sabe que el español hablado tiende a suprimir la d colocada entre dos vocales, y esto ocurre sobre todo con los participios de la primera y segunda conjugación.
[2] el símbolo [‘] significa que el habla popular no pronuncia, pero reconoce en ese lugar, la preposición de. Pronunciarla o escribirla, desnaturaliza la expresión.
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